domingo, 18 de marzo de 2012

Nº 6: Apenado.

Introducción: Un escrito con pretensiones de letra de tango.

Dígame, ¿Como se escribe un poema? -disparó a quemarropa el preguntón.
Entonces me percaté de que escribo pero no invierto tiempo en analizar el proceso, jamás medite al respecto y como si fuese poco carezco de asistencia a cátedras formales vinculadas a las letras, que es seguramente donde se discuten y estudian estos temas. ¿Cómo se escribe un poema?… ¿Cómo se escribe un poema?…
Y no me refiero a endecasílabos, métrica, sonetillos, ritmo, rima asonante y recursos estilísticos. Es esa sensación que atraviesa la cabeza, una chispa, una semilla de mostaza, que por sí misma no se desarrollaría si previamente no se hubiesen generado las condiciones dadas por la combinación de  las variables más diversas. Sin ello seguramente este germen incipiente en escaso tiempo se extinguiría.
Como una compleja receta de cocina que requiere de diversos ingredientes, algunos de ellos exóticos,  así es la composición de un poema.  Ingredientes procedentes de lugares lejanos y tiempos confusos, experiencias disimiles, una pizca de pimienta y una hebra de vino en el momento adecuado.
Y pienso en los componentes que confluyeron para dar vida al Escrito N° 6, que se siente letra de tango y se titula “Apenado”, a saber, una lejana noche de verano en que mi pequeña me manifestó tener la certeza de que la luna nos seguía por las calles de San Pedro, una charla, Piazzolla, mi predilección por los antros, un cuadro de Coqui López, cerveza negra, bossa nova y, claro, una Mujer Luna.
Batido cerebral, batalla campal detrás de los ojos y repentinamente todo se silencia y fluye delicioso…
No tengo idea -le respondí al preguntón.

Escrito Nº 6: Apenado.

Huyendo lejos me creo a salvo,
pero en silencio la luna me sigue otra vez,
y he muerto –hoy de nuevo-,
perdido en el sueño,
de los culpables del ayer.

Movés los labios diciendo nada,
¿será silencio o es que ya no te puedo oír?...

En el desvarío de los condenados,
no podés encontrarte,
y en tu niebla, con el pudor de tu vanidad,
no podés encontrarte,
y no puedo, apenado, decirte adonde ir.

Alan de San Pedro.



Creative Commons License




No hay comentarios:

Publicar un comentario