lunes, 5 de marzo de 2012

Nº 5: Extrañar.

Introducción: Casi feliz.

Esta semana viví un momento perfecto. No lo describiré exhaustivamente, en realidad no lo describiré, solo daré algunos elementos de ese cuadro: camino bajo una arboleda, sol filtrándose entre las ramas, brisa moviendo las hojas, Janis Joplin cantándome Flower in the sun en los auriculares, un fernet esperándome... soy casi feliz…  
Soy casi feliz hasta que mi mente comienza a boicotearlo.
 Pienso- un momento maravilloso de esos que merecen estar en alguna publicidad televisiva o ser una escena de las nuevas telenovelas en las que uno se da cuenta que el momento es especial por el nivel de saturaciones; sea de sonido, brillo, colores, e inclusive por los lugares comunes de los diálogos entre los personajes. Pueden lograr hasta que los besos sean especialmente burdos, y lograr eso no es poca cosa.
Ya lo voy destruyendo.
Me percato que el momento no es extraordinario, al menos no es tanto. Saturado de dulce, pletórico de sabores fuertes. Se hizo empalagoso. Horrendo. Listo, ya lo dinamité.
Una frase de una escena de la película Vanilla Sky  inmediatamente resuena en mi cabeza. Extrañamente no recuerdo si esa frase está en la película original Abre los Ojos, pero asumo que así debe ser. Hay un personaje que es un hombre de unos 30 años, muy adinerado, con mucho a disposición, loft en algún lugar exclusivo de una metrópoli, auto deportivo, fiestas, empresas, y por supuesto señoritas. Este  afortunado caballero tiene un amigo que es bastante más modesto, desagradablemente común comparado con el personaje principal, y así, en medio de una borrachera viendo que su poderoso amigo se queda con la dama que él había visualizado previamente le dice al oído más o menos lo siguiente: no disfruta de lo dulce quien no ha saboreado lo amargo.
Yo lo sé. Yo que soy el personaje principal de mi historia puedo dar testimonio de que he saboreado lo amargo. Demasiado. 
Quizá debería darme la posibilidad de disfrutar esos pequeños momentos de plenitud sin ridiculizarlos, sin menospreciarlos, pues tal vez sean finitos y cuando se agoten, cuando no quede ninguno…
Me dispongo a no desperdiciar los siguientes. Es agradable ser casi feliz.


Escrito Nº 4: Extrañar.

Tu cara nueva de experiencia nueva,
el vino abundante en copas pequeñas,
esa callecita violeta que baja hasta el borde del mundo,
el borde irregular del mundo en el que terminan casi todas las cosas,
el bosquecito que solamente yo puedo ver,
moralidades atesoradas,
banalidades en pregón,
ese boceto esbozado que muestra el esquema
bosquejado del diseño de una existencia en borrador,
un molino de viento rechinando en la desolación,
tu beso redentor de aquella noche del siglo pasado,
mi exiguo superyo,
desencanto, miseria, ira, pesar, vehemencia,
esperarte extasiado,
sosiego, paz,
dormitarme en tu alma,
voy a extrañar.

Alan de San Pedro.


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